viernes, 7 de junio de 2013

Hipopótamo

Los hipopotámidos (Hippopotamidae) son una familia de mamíferos artiodáctilos que solo cuenta con dos especies actuales, el hipopótamo común (Hippopotamus amphibius) y el hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis).

Descripción

Los hipopotámidos son unos mamíferos grandes, de piernas cortas, rechonchas, y cuerpos en forma de barril. Tienen una cabeza grande, con una boca amplia y fosas nasales situadas en lo alto del hocico. Los hipopotámidos son ungulados, pero, a diferencia de la mayor parte de estos animales, no tienen pezuñas y cuentan en su lugar con unas almohadillas de resistente tejido conjuntivo. Su estómago tiene tres cámaras, pero no son verdaderos rumiantes.
Las especies actuales son de piel lisa y carecen tanto de glándulas sebáceas como de glándulas sudoríparas. La epidermis es relativamente delgada, por lo que se deshidratan rápidamente en ambientes secos. Las dos especies que existen difieren, en particular, por la forma de las orejas. El hipopótamo común es mucho mayor, puesto que mide 1,50 metros hasta la cruz y 3,50 metros de longitud para un peso de 1,4 a 3,2 toneladas, mientras que el hipopótamo pigmeo solo mide 1 metro hasta la cruz y de 1,50 a 1,75 metros de longitud y un peso de 170 a 275 kilogramos. La morfología de las patas también es diferente, los dedos son más largos para la especie pigmea, que está más adaptada para la marcha.

Historia evolutiva

Los hipopotámidos descienden de los antracotéridos, una familia de artiodáctilos semiacuáticos que aparecieron en el Eoceno tardío, y se considera generalmente que se asemejaban a hipopótamos pequeños o de cabeza estrecha. Más específicamente, los hipopótamos se separaron de los antracotéridos en algún momento durante el Mioceno. Tras aparecer los hipopotámidos, los antracotéridos entraron en una fase de decadencia causada por una combinación de cambio climático y competencia con sus nuevos parientes, hasta que el último género, Merycopotamus, se extinguió durante el Plioceno Temprano de la India.
Existieron muchas especies de hipopotámidos, pero en la actualidad solo sobreviven dos: el hipopótamo común (Hippopotamus amphibius) y el hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis). Son los últimos supervivientes de dos linajes evolutivos principales, los hipopótamos verdaderos y los hipopótamos pigmeos, respectivamente; estos linajes posiblemente podrían ser considerados subfamilias, pero las relaciones entre ellos (aparte de ser parientes bastante distantes) no han sido resueltas.
El actual hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis), que vive en las selvas húmedas del África Occidental, es una especie más arcaica que el género Hippopotamus.
Restos de hipopótamos abundan en los depósitos de África, Oriente Próximo y Europa (incluida toda Gran Bretaña al sur de York). Este último continente solo era habitado de forma intermitente durante los periodos cálidos, emigrando los hipopótamos hacia el sur cuando arreciaban los fríos glaciares. Sobrevivieron en la Península Ibérica hasta hace unos 30 000 años, y en islas mediterráneas como Malta o Chipre hubo especies enanas hasta el Neolítico. En Madagascar y otras islas al este de África también se desarrollaron especies de pequeño tamaño, que desaparecieron a la llegada del hombre. Todavía en la Edad Antigua estaban presentes en el Bajo Egipto y Palestina, pero hoy han desaparecido de esos lugares y tienen una distribución muy irregular a lo largo y ancho del África subsahariana, tanto en la sabana como en la selva, aunque el ser humano ha ido acabando con ellos poco a poco.

Samuel Cepas Torralbo y Sebastián Torres López 4ºB

jueves, 6 de junio de 2013

Pastor Alemán

  • Altura a la cruz: mínimo 60 cm y máximo 65 cm.
  • Peso: unos 40 kg.
  • Capa: todos los colores, desde el marrón claro al negro. No está admitido el blanco, ni manchas blancas, que no son deseadas y se penalizarán.
  • Promedio de vida: trece años.
  • Carácter: digno y valiente, lo que no excluye una gran necesidad de ternura.
  • Relación con los niños: buena.
  • Relación con otros perros: regular.
  • Aptitudes: guarda y defensa, vigilancia, perro lazarillo, perro de avalancha, perro militar, perro de rebaño, etc.
  • Necesidades del espacio: muy aconsejable un jardín.
  • Alimentación del Pastor Alemán: de 500 a 650 g. diarios de alimento completo seco.
  • Arreglo: cepillados frecuentes únicamente en el período de muda.
  • Coste mantenimiento: elevado.
El Perro Pastor Alemán ha sido una raza muy utilizada, ya sea en servicios humanitarios de lo más variados (perro policía, lazarillo, de rescate, detector bombas y drogas…) como en el cine. El más famoso perro fue Rin Tin Tin, un Pastor Alemán que sobrevivió a la Primera Guerra Mundial y que cosechó un total de veintidós películas en sus catorce años de carrera en Hollywood.
Los antepasados del Pastor Alemán existían por diferentes zonas de Alemania desde hace siglos, eran unos perros de morfologías muy diferentes según la región. No fue hasta finales del siglo XIX que un oficial de caballería prusiano, Von Stephanitz, definió y desarrolló el estándar de la raza.
El Perro Pastor Alemán es vivo, atento, obediente y seguro de sí mismo. Es muy inteligente y tiene una alta capacidad de comprensión. No acostumbra a ser miedoso, sensible o blando pero le gusta recibir elogios y caricias de su dueño. Es un perro vigilante y un poco desconfiado con los extraños. Aunque se lleva muy bien con los niños, a veces no sabe medir su fuerza.
El Pastor Alemán es un perro largo, fuerte, robusto y musculoso. Es de estructura sólida y de huesos secos. Tiene unas orejas de tamaño mediano, rectas y que acaban en punta. La cola es gruesa y peluda y se extiende por lo menos hasta el corvejón. El Pastor Alemán puede ser de pelo duro, de pelo largo y duro o de pelo largo, y acostumbra a ser negro con manchas marrones, amarillas y gris claro.
El Perro Pastor Alemán necesita grandes espacios para descargar la necesidad de hacer ejercicio físico diario. No es un perro adecuado para vivir dentro de casa pero es muy adaptable y puede llegar a acostumbrarse a la vida de interior.De todos modos, el Pastor Alemán requiere largos paseos diarios para quemar todas sus energías y es recomendable proporcionarle sesiones de juego para que se sienta útil.
Debido a la popularidad del Perro Pastor Alemán y en consecuencia, a la cría en exceso de la raza, las enfermedades y los defectos han aumentado con los años. El mayor problema que se ha detectado es de comportamiento, junto a la displasia de cadera y de codo, problemas óseos/articulares, problemas oculares, torsión de estómago y epilepsia.
 

Marcos Blázquez García y Daniel Gómez Muñoz.

Impala

El impala (Aepyceros melampus) es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Bovidae. Es un antílope de estatura mediana. Por su aperiencia parecida, el impala anteriormente se situaba junto a las gacelas. A causa de nuevos conocimientos hoy se coloca a la familia de los antílopes africanos.
La palabra «impala» viene del zulú. Su nombre científico, Aepyceros melampus, deriva del griego aipos: alto, keras: cuerno, melas: negro y pus: pie, significando pies negros de cuernos altos.


 

Características

Este esbelto animal es famoso por sus grandes saltos que pueden llegar a más de 10 m de longitud. Consigue una altura de hombro de 90 cm y un peso de 40 kg (hembra) a 65 kg (macho).
Por arriba es de color marrón claro. El vientre, el pecho, el cuello y la barbilla tiene un color blanco. En los cuartos traseros posee una línea vertical oscura y un penacho de pelo negro en las patas posteriores, por encima de las pezuñas. La cabeza es grácil, los ojos grandes y las orejas delgadas y afiladas. Los machos son los que llevan cuernos, que pueden llegar a medir hasta 90 cm de largo.
El área de distribución alcanza desde Kenia y Uganda vía Tanzania, Zambia, Mozambique y Zimbabue hasta Botsuana y en una población aislada en el sur de Angola y norte de Namibia.

Modo de vida

El impala come hierbas, hojas y semillas. Vive en bosques poco densos y en la sabana salpicada de árboles. Este animal, en lugar de quedarse en campo abierto, como lo hacen la mayoría de los antílopes que pastan, corre a ponerse a cubierto ante cualquier amenaza.
En las épocas de hambruna, es frecuente ver a los impalas seguir a las tropas de papiones para alimentarse de las hojas y frutos que estos tiran. También los elefantes son seguidos, ya que al agitar los árboles para conseguir sus frutos, los paquidermos se dejan muchos sin recoger y es cuando aprovecha el impala para intervenir.
Durante la temporada de reproducción, por regla general, un macho de los impalas vigila un grupo de hembras, caminando de un lado a otro, exponiendo sus cuernos, con las orejas ajustadas y el rabo levantado.
La lucha de los machos por su harén se divide en tres series de combate.
  • Primero, el desafiador muestra su parte clara de vientre, bosteza y saca su lengua con rapidez. Después, como provocación al combate niega la cabeza.
  • En la segunda fase ambos rivales, colocados uno frente al otro, las cabezas erguidas se acercan y se retiran.
  • Si posteriormente ninguno de los dos se da por vencido, incrustan sus cuernos, se empujan hacia delante y hacia atrás, se separan y comienzan de nuevo con la última fase hasta que uno de los dos animales se riende.
Los combates entre impalas no suelen producirles heridas.
Las hembras viven con su cría en manadas de diez a cien animales. Es frecuente en la época de partos, ver a varias crías reunidas con un número muy pequeño de hembras. Estos grupos se conocen como manadas de guardería. Unas pocas hembras vigilan a las crías mientras que las demás pastan. Aparte de estos grupos también se forman manadas de machos jóvenes y mayores, que son demasiado débiles para defender un territorio. Los machos de mediana edad son solitarios territoriales y exigen cada una de las hembras que pase por su territorio para sí.

Señales de alarma

Para alertar a sus demás congéneres de la presencia de un depredador o de cualquier otro peligro, los impalas emplean una serie de señales visuales, acústicas y olfativas. Las señales visuales son las más conocidas de estos animales. La parte inferior de su cola es de un color blanco inmaculado. Cuando están alertas, alzan la cola mientras van dando una serie de saltos. El color blanco de esta se puede divisar a varios metros de distancia, alertando a los demás animales de los alrededores. Las señales acústicas comprenden una serie de resoplidos, que recuerdan al disparo de un rifle. Cuando el depredador ha sido identificado, estos resoplidos resuenan por toda la sabana.
Por último, tenemos las señales olfativas. Estas son las menos conocidas. Las glándulas que los impalas portan en las patas, sueltan unas feromonas que indican la presencia de un depredador. Es probable que sea esta la razón por la cual los impalas saltan dando "coces" al aire, como si estuviesen en una mecedora flotante. Al saltar de esta manera, consiguen que el olor se vaya expandiendo por las zonas de alrededor alertando a la manada y al resto de animales de la presencia de un depredador. Esta cualidad puede ser debida a la costumbre que este antílope tiene de vivir en zonas arboladas y de vegetación espesa, donde las señales visuales no sirven en gran medida.

Principales depredadores

El impala es un antílope que debe estar en constante alerta ya que es una pieza clave en el menú de cualquier depredador de gran tamaño de África. Sus principales depredadores son el leopardo, el guepardo, el licaón, el cocodrilo y la pitón. Los leones también cazan impalas frecuentemente pero sobre todo durante las épocas secas, cuando presas más substanciosas (ñues y cebras) migran a otras zonas.
Las crías no solo tienen estos depredadores, sino también papiones, chacales, hienas, águilas, caracales y rateles.
Todo esto convierte al impala en una especie fundamental de su ecosistema.

Samuel Cepas Torralbo y Sebastián Torres López 4ºB